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LA RENUNCIA DE URZÚA: EL GOBIERNO DE AMLO BAJO LOS CANDADOS FINANCIEROS DEL FMI RUMBO A LA “LULALIZACIÓN DE “INCLUSIÓN SIN DESARROLLO”. 

Una alianza con los países del BRICS para grandes proyectos de desarrollo su única salida
El margen de maniobra financiero o fiscal del gobierno es muy estrecho por las condiciones impuestas por el FMI: Pago del servicio de la deuda como primera prioridad; déficit cero o cercano al cero y un gasto público limitado que no sirve para generar crecimiento. Son 5.2 billones y se necesitarían otros 2 billones para anuales para reconstruir la economía y retomar el crecimiento. AMLO ha buscado mantenerse dentro de esa estreches financiera y cumplirle al FMI al mismo tiempo que "escarba" el mismo presupuesto en busca de ahorros y recuperando fondos de la corrupción como en el caso de los medicamentos, los gastos de los funcionarios, las dobles funciones etc., de donde espera obtener algo más que 500 mil mdp anuales. Esos recursos no alcanzan ni son suficientes .De ahí el conflicto en Hacienda y de esta con las demás dependencias. Lo recuperado del "caño de la corrupción" no alcanza.Una nación para reconstruirse de los escombros económicos dejados por 36 años de neo liberalismo, crecer y modernizarse necesita recursos muy por encima de los presupuestos autorizados por el FMI, las calificadoras y los llamados “mercados”. Por lo tanto, necesita enfrentar a las instituciones financieras como el FMI buscando reducir los recursos destinados al servicio de la deuda hoy por encima de 750 mil mdp anuales; ejercer su soberanía para la emisión de crédito nacional recuperando el control del Banco de México para regresarlo a la función para la que fue creado: generación de crédito para el crecimiento y, finalmente; buscar acuerdos internacionales para el financiamiento y la construcción de grandes proyectos de infraestructura energética, de ferrocarriles modernos, puertos, industria pesada etc. que aumenten su productividad como nación. Si no se hace eso, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador podría ser “lulalizado”, es decir, ser como los gobiernos de Ignacio Lula en Brasil a los que ese ex mandatario definió como “de inclusión pero sin desarrollo”, es decir, que pudieron promover la “inclusión” mediante programas de becas, apoyos, construcción de hospitales y vivienda etc. pero sin desarrollar el país y romper la estructura económica subdesarrollada causante de esa desigualdad y de esa pobreza.

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